Reynosa 4 Administrador 2 noviembre, 2024
A partir del domingo 3 de noviembre de 2024 y hasta el segundo domingo de marzo de 2025, la frontera entre México y Estados Unidos adoptó el horario de invierno, lo que llevó a los ciudadanos de ambos lados a atrasar sus relojes una hora para mantener una sincronización. Este cambio, que alinea a los municipios fronterizos mexicanos con el horario de Estados Unidos, ha generado opiniones diversas entre los residentes y empresarios de la región.
Para las empresas fronterizas, el horario de verano suele ser el más favorable, ya que al estar adelantados una hora respecto al resto de México, cuentan con un margen extra en sus operaciones, lo que facilita la coordinación con sus socios estadounidenses. Enrique Mireles, empresario de la industria alimentaria, reconoce que en su negocio observa algunos beneficios en la sincronización de horarios. No obstante, admite que aún no ha logrado medir el ahorro energético prometido por las autoridades.
“Yo sigo pagando lo mismo en mis recibos de luz que el año pasado”, señaló Mireles. “Creo que los empresarios necesitamos empezar a medir estos efectos para saber si realmente hay un beneficio en el consumo de energía. De momento, seguimos trabajando con nuestra rutina, sin ver grandes cambios en las facturas”.
Para los habitantes que viajan constantemente por motivos médicos, como la señora María Trinidad, la homologación horaria con el resto de la república mexicana representa una ventaja. La posibilidad de gestionar mejor sus tiempos y reducir la confusión en los desplazamientos es un beneficio tangible. “A veces llego una hora atrasada y pierdo la cita médica. Este cambio facilita las cosas, pero al principio es complicado adaptarse a la diferencia horaria”, comentó.
La Comisión de Energía ha sostenido que el horario de invierno permite reducir el consumo eléctrico y, en consecuencia, bajar los costos para los ciudadanos. Sin embargo, muchos habitantes fronterizos como Javier Luna y Rosa Linda Barrientos perciben que este beneficio no se refleja en sus recibos de luz. “El costo sigue igual; no hay ahorro. La factura me llega igual de alta, y este verano fue especialmente costoso por el calor extremo”, mencionó Barrientos, quien pagó el doble por el uso de aire acondicionado.
Para algunos residentes, la percepción es que el cambio de horario se justifica poco si no se logran beneficios económicos. “Pienso que deberíamos homologar el horario con el resto del país y no con Estados Unidos o con otras regiones de la frontera. Este año, además de no ahorrar, he tenido que pagar más debido a las altas temperaturas”, opinó Leobardo Alameda.
A pesar de las opiniones encontradas sobre su efectividad, el horario de invierno ya está en marcha en la frontera, y ahora los habitantes deben enfrentar el periodo de adaptación, un proceso que cada año toma varios días hasta que las rutinas se ajustan por completo. Barrientos resumió este proceso de ajuste diciendo: “Los primeros días son los más complicados, luego de cuatro o cinco días uno se adapta y retoma su ritmo habitual”.
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